El 4 de junio se celebra el Día Internacional de los Niños Víctimas Inocentes de Agresión, una fecha proclamada por la Asamblea General de las Naciones Unidas con la que se pretende conseguir la protección de los niños en situaciones de guerra y conflictos.
Cada vez que estalla un conflicto armado, los niños son los más vulnerables y reciben todo tipo de agresiones físicas, psicológicas y emocionales, son reclutados en guerras, sus escuelas son atacadas y, a menudo, son explotados sexualmente, secuestrados y asesinados.
Según informes de organizaciones internacionales, hasta 415 millones de niños en todo el mundo viven en zonas de conflicto (uno de cada 6). Los niños que viven en África son los más afectados, con 170 millones viviendo en zonas de conflicto bélico, seguidos por los niños de Medio Oriente.
Hogares de Remar en el continente africano.
Los hogares de Remar en África son un lugar seguro para los miles de niños que son atendidos en ellos, donde reciben atención, amor, cuidados, formación en valores, educación, y se cubren todas sus necesidades básicas, físicas, emocionales y sobre todo espirituales.
Remar comenzó su trabajo como ONG en África hace más de 25 años, y durante este tiempo han sido miles los niños que han llegado a estos hogares por diferentes motivos, como la pobreza y los conflictos bélicos.
Estos conflictos, las guerras y guerrillas entre poblaciones, tienen como consecuencia el incremento de la pobreza, miles de niños quedan huérfanos, mutilados, son reclutados como soldados, violados, asesinados.
Según informes de la ONU se calcula que cada día mueren o son mutilados 25 menores, en su mayoría varones, por conflictos armados alrededor del mundo. Sólo en la última década se han registrado más de 93.000 menores asesinados o heridos en guerras, y África concentra el 66 % de los niños soldados en todo el mundo, niños preparados y entrenados para la guerra.
Campos de refugiados.
En el año 2016 Remar comenzó su trabajo de ayuda humanitaria en los campos de refugiados de la isla de Lesbos y Malakasa, en Grecia, hasta donde llegaban miles de personas que huían de la guerra en Siria, casi el 60% de ellos, mujeres y niños.
Las personas que huyen de conflictos armados son cientos de miles en todo el mundo, miles de ellas son niños y niñas. Las refugiadas son personas sometidas a violencias crueles: bombardeos, asedios, huída de sus casas y de su normalidad. Las consecuencias físicas son visibles, las psicológicas inestimables.
Sólo el amor y la paz de Dios, que superan nuestro entendimiento, pueden sanar por completo a un niño que ha sido víctima de la guerra, la violencia o los abusos sexuales, y traer completa restauración a las numerosas secuelas psicológicas y emocionales.
“para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de que, arraigados y cimentados en amor,
seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura,
y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios.” – Efesios 3:17-19
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